La semana pasada tuvimos la primera buena noticia en materia de política económica desde que empezó la crisis hace más de 1.000 días. El ejecutivo socialista anunciaba una serie de medidas, principalmente en partidas de gasto social, para reducir el abultado déficit del Estado que se cierne como una gran losa sobre nuestro crecimiento futuro. Sin entrar a valorar cuestiones de fondo, se trata de una medida tremendamente positiva para nuestra economía que emprende así, por fin, el camino de salida al difícil cuadro macroeconómico al que nos enfrentamos.
Si bien es cierto que el abultado déficit era el resultado de las funestas políticas llevadas a cabo por el gobierno, y que de forma sistemática se han venido denunciando desde esta tribuna, la decisión de recortar el gasto público ha sido una decisión valiente y tremendamente positiva. Ahora esta por ver que estas medidas tengan continuidad y que incluyan medidas que no sólo corten la hemorragia del gasto, sino que también reactiven la economía: aspecto ineludible si se quieren llevar a cabo los objetivos de contención fiscal fijados por Bruselas para 2013.
Política económica en dos vertientes. En primer lugar, el plan emprendido por el gobierno tiene que incluir no sólo dolorosos, pero necesarios, recortes en gasto social, sino que también dicho plan debe de reducir el tamaño de las Administraciones Públicas para mejorar su eficiencia. Por último, también seria necesario completar dichas medidas con recortes en otras partidas presupuestarias referentes a subvenciones y subsidios varios, o gastos superfluos. En época de crisis no es momento para lujos inecesarios: el “back to basics” también aplica al sector público.
En segundo lugar, siguen resultando imprescindibles reformas que nos permitan aligerar las cargas de gasto social (subsidios de desempleo), y reactivar la economía, lo que permitiría volver a generar ingresos fiscales, y por añaduría liberar tensiones en el sector financiero (reducción tasas de morosidad, incremento demanda de vivienda, etc…). Para que todo lo anterior se cumpla necesitamos líderes valientes que sepan tomar el pulso a la situación y acometer las difíciles reformas que la economía necesita en una coyuntura en donde el tiempo apremia.
Como ya hemos afirmado en alguna otra ocasión, la propia catarsis del mercado y su ajuste a la baja, es ya una parte consustancial de la propia recuperación. Depurando malas inversiones y reorientando los recursos de nuevo aquellos sectores efectivamente productivos, es decir demandados en el mercado de forma libre, estamos generando la base sólida necesaria para generar de nuevo crecimiento económico sostenido en el futuro.